El rock progresivo es un subgénero musical del rock que se originó en la Inglaterra de finales de los años sesenta como respuesta a la sencilla estética del pop imperante de la época. Esta estética, de la que los mayores exponentes fueron The Beatles, estaba basada en canciones de corta duración y en melodías y armonías en su mayor parte simples. Además, los instrumentos que se utilizaban (y utilizan) en el pop no dejaban de ser de lo más corriente, es decir: guitarra, bajo, batería, teclados y voz.
Todo esto lo trastocó este nuevo subgénero que bebía de fuentes tan diversas como la psicodelia, el jazz, la música clásica o la música electrónica de vanguardia. Aparecieron diversas bandas instrumentales y otras en las que la voz ya no era la protagonista, sino que se convertía en un elemento más que en muchas ocasiones ni siquiera estaba presente. Por otro lado, se incorporaron nuevos instrumentos procedentes de otros géneros, como saxos, violines, flautas, etc. Las melodías se volvieron más intrincadas, enriquecidas por la influencia del jazz y la música vanguardista. Las canciones pasaron de durar los tres o cuatro minutos habituales en el pop a extenderse hasta los veinte, treinta o incluso cuarenta minutos, por lo que muchas veces un álbum estaba compuesto solo por uno o dos temas de larga duración.
A pesar de que pareciera que este nuevo estilo musical estuviese destinado solo a las élites culturales o a aquellos que tuviesen conocimientos de música, lo cierto es que en el Reino Unido el movimiento triunfó y alcanzó una gran popularidad durante la segunda mitad de los sesenta y la primera de los setenta, hasta que el surgimiento del punk canalizó el interés del público hacia la nueva corriente contracultural de moda.
Sin embargo, aunque el rock progresivo comenzase a declinar a mediados de los setenta, para entonces ya se había extendido a lo largo y ancho del mundo, con muchas bandas importantes en Europa, Estados Unidos e incluso Japón, que siempre mostró un gran interés por las vanguardias europeas. Además, dentro del progresivo surgieron nuevas corrientes musicales como el sonido Canterbury, el R.I.O (Rock In Opposition), el zeuhl, el krautrock, el neo-prog, etc. Muchos de estos estilos cuentan con grupos representativos en activo que demuestran que, aunque sin la popularidad de los primeros años, el rock progresivo sigue vivo en muchos sentidos.
Citar todas las formaciones y músicos que han contribuido a engrandecer este género sería imposible, pues a lo largo de sus cincuenta años de existencia ha habido grandes artistas que, o bien se han dedicado a cultivar exclusivamente este estilo, o bien han decidido realizar una incursión en él. Pink Floyd, Rush, Yes, Jethro Tull, King Crimson, Emerson, Lake and Palmer, The Moody Blues, Procol Harum, The Nice, Gentle Giant, Soft Machine, Deep Purple, Frank Zappa, Traffic, Van der Graaf Generator, Barclay James Harvest, Gong, Caravan, Curved Air, Triumvirat, Guru Guru, Eloy, Faust, Tangerine Dream, Premiata Forneria Marconi, Banco del Mutuo Soccorso, Goblin, Museo Rosenbach, Il Balleto di Bronzo, Focus, Ekseption, Magma, Aphrodite’s Child, Vangelis… La lista es interminable.
A continuación, presentamos diez álbumes de rock progresivo imprescindibles tanto por su calidad musical como por ser esenciales para sumergirse en este estilo. Elegir solo diez es algo muy difícil y, por tanto, han quedado fuera grandes trabajos y grupos que no por no aparecer desmerecen de los que sí lo hacen. Los álbumes se presentan ordenados por año de publicación. Comenzamos.
1. The Piper at the Gates of Dawn (Pink Floyd, 1967)

Con su álbum debut Pink Floyd se reveló como una de las bandas más influyentes de la escena musical británica. El grupo liderado por el ya fallecido Syd Barret marcó todo un hito en la historia del rock al presentar en este disco una de las primeras y más importantes aproximaciones a la psicodelia, la cual marcaría la evolución de la música durante los siguientes años.
Aunque la mayoría de canciones del LP se enmarcan en el rock psicodélico, algunas de ellas se pueden clasificar dentro del proto-progresivo, consistente en una versión primitiva y todavía no definitiva del progresivo. Ejemplos de esto los encontramos en cortes como Pow R. Toc H. o Interstellar Overdrive, ambos temas instrumentales recorridos por largas improvisaciones que ya anticipaban la evolución que sufriría Pink Floyd en los setenta, cuando abandonasen definitivamente la psicodelia para pasar a cultivar totalmente el género que hoy nos ocupa. En otras canciones como Astronomy Domine o Matilda Mother lo que destacan son sus armonías, poco habituales en la música popular. En resumen, podríamos decir que este fue el primer álbum de rock progresivo de la historia.
2. Traffic (Traffic, 1968)

Aunque no tan conocidos como Pink Floyd, los también británicos Traffic alcanzaron con su segundo álbum una perfecta amalgama de folk rock, progresivo, art rock, blues y jazz fusión. Lo que diferenció a esta banda de las otras de su época fue la inclusión de instrumentos poco habituales en el rock, como la flauta travesera o el saxo, en combinación con melodías que bebían del rock más puro. Con el tiempo, Traffic fue evolucionando hacia un estilo más cercano a la jam session que les hizo alejarse todavía más de las estructuras musicales típicas del rock. Sin embargo, en este trabajo encontramos un equilibrio perfecto entre improvisación/experimentación y rock clásico. Destacan temas como Feelin’ Alright?, la canción mas famosa del grupo, You Can All Join In o Pearly Queen. Una auténtica delicia.
3. In the Court of the Crimson King (King Crimson, 1969)

El primer álbum de la banda liderada por el guitarrista Robert Fripp (el único miembro que se ha mantenido estable a lo largo de toda la historia del grupo) fue una auténtica revelación en su época. Su ecléctico estilo musical que incorporaba influencias de la música clásica y la experimentación e instrumentos propios del jazz, provocó la admiración de público y crítica, lo que lanzó al grupo a la fama.
El LP combina canciones corrosivas como 21st Schizoid Man, un potente tema de jazz fusión que trata de la Guerra de Vietnam, con otras más atmosféricas y calmadas, como I Talk to the Wind, en la que destacan los geniales solos de flauta de Ian McDonald. Pero, probablemente, los cortes más conocidos sean Epitaph, que tiene una letra ciertamente oscura, y The Court of the Crimson King, que fue editada como single. En las dos destaca la presencia del melotrón, que fue la marca distintiva de King Crimson durante su primera etapa. Sin duda, este es uno de los mejores trabajos de la historia del rock.
4. Third (Soft Machine, 1970)

En su tercer trabajo la banda liderada por el batería y vocalista Robert Wyatt presentaba el que sería su álbum más ambicioso y aclamado. Compuesto por cuatro temas de casi veinte minutos cada uno, el LP explora el sonido emergente del jazz fusión combinado con la psicodelia y el progresivo. La marcada complejidad del álbum, la ausencia de pasajes vocales (solo hay uno en todo el disco), las largas improvisaciones así como la atípica instrumentación del grupo (no hay siquiera una guitarra), más cercana al jazz que al rock, lo convierten en una escucha difícil la primera vez. No obstante, tras una oírlo una segunda vez se puede apreciar mejor la grandeza de Soft Machine y comprender por qué es una de la bandas más representativas del género y, más concretamente, del sonido Canterbury. Third marcó un antes y un después en la historia de la banda y del rock.
5. Fragile (Yes, 1971)

El cuarto trabajo de los británicos Yes fue una de las cumbres de su carrera y uno de sus mayores éxitos comerciales. Canciones como Roundabout o Long Distance Calling son algunas de las más famosas del grupo y de las más interpretadas en directo. Este fue el primer LP con el teclista Rick Wakeman, quien se convirtió en uno de los miembros más sobresalientes de la banda (si bien todos los integrantes muestran un gran talento).
Uno de los aspectos más destacables del disco es que funciona a modo de «carta de presentación» de los miembros del grupo. Hay cinco temas cortos que están protagonizados por cada uno de ellos. Así, tenemos Cans and Brahms, una pieza de Johannes Brahms adaptada por Wakeman; We Have Heaven, donde la protagonista es la voz del gran Jon Anderson; Five per Cent for Nothing, el solo de batería de Bill Brudford; The Fish, tema en el que se luce el bajista Chris Square; y, finalmente, Mood for a Day, un maravilloso solo de reminiscencias flamencas a cargo del guitarrista Steve Howe. Fragile es, en definitiva, un disco que merece ser escuchado al menos una vez en la vida.
6. Close to the Edge (Yes, 1972)

Con su quinto álbum de estudio Yes se propuso superarse a sí mismo y, sin duda, lo consiguió. Una de las caras del vinilo estaba ocupada por un único tema de larga duración, que en este caso es el que da nombre al disco. De esta forma, se estableció una tendencia recurrente en Yes que consistió en incluir una gran canción que ocupase la mitad del álbum, ya que esto se repitió en sus siguientes trabajos.
Close to the Edge dura unos dieciocho minutos y está inspirada en Siddartha, una novela de Herman Hesse que narra la vida de Brahim Siddartha, fundador del budismo. La canción está dividida en cuatro partes en la que se alternan secciones realmente potentes con otras más suaves y etéreas, resultando todo en una composición soberbia. La otras dos canciones, And You and I y Siberian Kathru también son de lo mejor que nos dejó Yes. Un álbum imprescindible.
7. The Dark Side of the Moon (Pink Floyd, 1973)

Probablemente uno de los discos más influyentes de la historia, The Dark Side of the Moon es una de las cúspides musicales de Pink Floyd. Hablar en profundidad de este trabajo daría para mucho, así que vamos a hacerlo de forma resumida. La idea del álbum surgió a raíz de un comentario del guitarrista Roger Waters sobre realizar un disco que hablase de temas que indignasen a la gente. Es por ello que las letras tratan sobre la avaricia, la vejez, la muerte o la enfermedad mental (esto último inspirado en Syd Barret, quien había dejado el grupo en 1968 debido a sus problemas mentales ocasionados por las drogas).
En cuanto a la música, encontramos algunas de las canciones más emblemáticas de Pink Floyd, como Time, The Great Gig in the Sky o Money, que demuestran la gran madurez musical y talento de los británicos. Este álbum ha marcado la carrera de tantos artistas que podríamos decir sin temor a equivocarnos que The Dark Side of the Moon cambió la historia del rock. Una joya de escuha obligatoria.
8. Phaedra (Tangerine Dream, 1974)

Tangerine Dream es una banda poco común tanto para los cánones de la música popular como para los del progresivo. En primer lugar, es alemana y no británica, como lo fueron la mayoría de grupos que cultivaron este género. En segundo lugar, Tangerine Dream se caracterizó por el uso novedoso que hizo de los secuenciadores, sustituyendo la voz o la guitarra por sintetizadores, órganos o melotrones.
Phaedra es su quinto álbum de estudio y con él se inició la conocida como Escuela de Berlín, una rama de la música electrónica derivada de la escena progresiva alemana que se caracterizó por el uso de los sintetizadores para crear una atmósfera espacial a la que se añadían diversos efectos sonoros para remarcar aún más el carácter ambiental de la música. Contra todo pronóstico, el disco se convirtió en un éxito de ventas a pesar de que apenas fue promocionado. Está compuesto por cuatro temas instrumentales que muestran con claridad las peculiaridades de la música electrónica alemana de la que Tangerine Dream fueron pioneros. Muy recomendable.
9. Wish You Were Here (Pink Floyd, 1975)

Y volvemos a la carga con Pink Floyd. En su noveno álbum de estudio se superaron a sí mismos de nuevo y nos regalaron esta joya de temática conceptual, que aborda temas como la partida de los seres queridos, la desilusión con la industria musical y los problemas mentales de Syd Barret. De hecho, la canción que da título al disco, una de las mejores y más famosas baladas del rock, está dedicada al ex-miembro, quien se presentó en el estudio de grabación de improviso tras muchos años de ausencia.
Este trabajo también contiene el tema más largo del grupo: Shine On You Crazy Diamond, una de las composiciones más ambiciosas y brillantes del grupo, que dura más de veinticinco minutos. Dividida en nueve partes, es prácticamente una sinfonía dedicada a la nostalgia del pasado. En definitiva, Wish You Were Here es un disco de gran factura técnica y musical recorrido por la melancolía y los remordimientos. Una obra maestra.
10. Moving Pictures (Rush, 1981)

El trío canadiense Rush siempre ha destacado por su ecléctica combinación de progresivo y hard rock, consiguiendo un sonido más agresivo y potente que el de las bandas que hemos citado arriba. Con Moving Pictures alcanzaron su mayor éxito de público y crítica y a día de hoy está considerado uno de los mejores álbumes de rock de la historia. Hay muchos temas emblemáticos, como Tom Swayer (su canción más popular) o YIZ, una de las composiciones instrumentales más representativas de la banda. Una de las novedades que introdujo este LP fue el uso de los sintetizadores, que cobran una gran importancia en temas como The Camera Eye, posiblemente el tema más progresivo del álbum, o Vital Signs, en el que se combina el reggae con el rock, lo cual demuestra que Rush sabía a adaptarse a cualquier género musical. De nuevo, una joya de escucha obligada.