A diferencia del resto de productoras, Netflix no necesita una sala de cine para estrenar sus trabajos y tiene un público potencial de millones de espectadores alrededor del mundo

Mientras el mundo se esfuerza en volver a una (nueva) normalidad que nos permita albergar la vaga impresión de que nada ha cambiado la realidad es algo distinta. La incertidumbre y el miedo a los rebrotes dibuja un aspecto inédito en nuestras ciudades, despobladas de turistas, con cientos de comercios todavía con la persiana bajada y por las que transitamos atrincherados detrás de una mascarilla. En este escenario puede resultar algo frívolo hablar de películas, pero en los últimos días, el festival de cine de Venecia ha anunciado los títulos que competirán por el León de Oro, la Academia de Televisión norteamericana ha desvelado los trabajos nominados para la edición 72 de los Emmy, los festivales de Toronto y Nueva York avanzan poco a poco las películas que van a conformar su programa y de alguna forma todo ello contribuye a esa nueva-vieja-normalidad.
La carrera por el Óscar
Cada año la temporada de otoño alberga algunos de los eventos cinematográficos más relevantes del año que allanan el camino de aquellas películas que destacan entre la crítica hasta los Oscars. El pasado 15 de junio la Academia de Cine de Hollywood anunciaba que la 93ª edición de sus premios anuales se retrasaba casi dos meses, hasta el 25 de abril de 2021. Era la cuarta vez en su historia que esto ocurría y el movimiento provocó todo un terremoto en la carrera por el Óscar. La nueva fecha amplía a su vez el plazo para presentar las películas, oxigenando un calendario de estrenos que la COVID-19 ha hecho saltar por los aires. Ante esta situación hay alguien que está saliendo muy reforzado.
El momento de Netflix
Desde que Netflix iniciara su andadura en 1997 ha ido adaptando su modelo de negocio hasta convertirse en uno de los principales generadores de contenidos de cine y televisión, ya sea en calidad de productor o de distribuidor. Netflix lidia desde hace unos años con los prejuicios que desde la industria señalan lo que es «cine de lo que no», luchando por derribar esa frontera imaginaria. Una de sus líneas de batalla ha sido hacerse un hueco en los principales eventos cinematográficos. Primero ideó su asalto a Cannes donde llegó a presentar dos películas a concurso en 2017. Ante la polémica suscitada y la presión de los exhibidores, la organización del festival vetó de su sección oficial películas que no tuvieran una distribución tradicional en cines. Un año después, conquistaría el Lido veneciano con Roma de Alfonso Cuarón. En los Oscars de ese año Netflix consiguió 15 nominaciones, pero contra todo pronóstico, Roma perdió ante Green Book el premio a la mejor película del año. En 2019 hasta ocho películas con el logotipo de Netflix pelearon por el Óscar. Ni el sello de Martin Scorsese que participaba con la monumental El irlandés (The Irishman) fue suficiente para ganarse el apoyo de los académicos. De las 24 nominaciones que sumó Netflix en la última edición, solo dos se materializaron en una estatuilla.
Este año al menos doce películas de ficción pueden hacerse un hueco en los Óscars. A diferencia del resto de productoras, Netflix no necesita una sala de cine para estrenar sus trabajos y tiene un público potencial de millones de espectadores alrededor del mundo. Su última adquisición, The Trial of the Chicago 7 de Aaron Sorkin es quizás su mejor apuesta. Un drama judicial que recrea un turbulento levantamiento social en la América de los años sesenta y cuya lectura reverbera hasta nuestro presente. Mank de David Fincher, con Gary Oldman como Herman Mankiewicz, el guionista de Ciudadano Kane, I’m Thinking of Ending Things de Charlie Kaufamn (que llega a la plataforma el 4 de septiembre) con Toni Collete o Ma Rainey’s Black Bottom de George C. Wolfe con Viola Davis en la piel de la reina del blues son otros de los títulos a tener en cuenta. Uno de los que ya se pueden ver es Da 5 bloods: Hermanos de armas de Spike Lee, un alegato antibelicista que ajusta cuentas con el pasado racista de Estados Unidos, pero también con el Make America Great Again. Es una de las mejores películas del año, se haya visto o no en una sala de cine.
Hay un rumor que va tomando cuerpo en las redes sociales, en los artículos de opinión y que tarde o temprano generará una narrativa que se instalará en la industria: si Netflix no gana este año el Óscar no lo hará nunca. La Academia debe desprenderse de los prejuicios que buena parte de sus profesionales tienen contra las plataformas de streaming. Durante la situación de emergencia sanitaria que ha encerrado a millones de personas en sus casas, Netflix y el resto de plataformas han sido ese refugio en el que hemos desconectado de una realidad amenazante y además han dado cobijo a un enorme número de producciones de mayor menor tamaño, de distintas nacionalidades que se quedaron sin ventana de estreno en cines. Es el ejemplo perfecto de cómo se puede convivir y seguir creciendo.