Lo quiero para ayer

En la década de los noventa hubo un cambio radical en la concepción de las series de televisión. La televisión demostró que no tenía que ser necesariamente inferior al cine y que se podían hacer historias arriesgadas y aun así contar con grandes audiencias. Desde entonces el número de producciones que ha tenido cabida en la pequeña pantalla ha ido en aumento.

Netflix llegó para poner a toda una industria patas arriba. Por una tarifa fija mensual, ofrece acceso a series, películas y documentales. Ha popularizado una nueva forma de disfrutar contenido audiovisual donde y cuando el espectador lo desee, ¿pero supone realmente un paso hacia delante?

Netflix - Parajes Culturales
Fotografía «Watching Netflix» de Quote Catalog bajo licencia CC BY 2.0

Con la aparición de nuevos competidores como HBO GO o Amazon Prime Video, la apuesta de Netflix por la producción de contenido propio parece ser la idónea. Los servicios de vídeo bajo demanda quieren que usted, espectador, se pregunte qué podría interesarle del catálogo y no si puede encontrar un título determinado.

Luis Miguel Gilpérez, presidente de Telefónica España declaró en una rueda de prensa que «la apuesta de Netflix por la producción propia es meramente cosmética». Y es que, ciertamente, Netflix ha apostado por crear historias locales con elementos universales. Transcender las fronteras con productos audiovisuales carentes de personalidad propia diseñados minuciosamente para que gusten.

¿Se ha fijado en que las películas, series o libros tienen una duración cada vez mayor? Alargar algo de forma innecesaria es la forma que tiene la industria de mantenernos enganchados durante el mayor tiempo posible. Pagar para visionar las nuevas temporadas de la serie de moda o ir al cine a ver la nueva entrega de la película de su infancia, son apuestas seguras para las casas productoras para seguir generando ingresos.

Las secuelas, reinicios y recreaciones han acabado por convertirse en la norma. Cada vez se estrenan menos apuestas arriesgadas, mientras aumentan los presupuestos para hacer campañas publicitarias virales. Netflix ha sabido crear anuncios polémicos y originales para promocionar sus productos, pero el castillo de naipes podría derrumbarse en cualquier momento. El contenido ha sido relegado a un segundo plano, lo importante es adornar el embalaje.

La MTV inició sus emisiones con toda una declaración de intenciones al emitir la canción Video Killed the Radio Star. Era el inicio de una nueva forma de consumir música que acabó por calar en la cultura popular. De igual modo que el vídeo acabó con la estrella de la radio, los servicios de vídeo bajo demanda han acabado por transformar la forma en que consumimos productos audiovisuales.

La edad de oro de las series de televisión ha desatado un huracán que va a arrastrar a toda una industria a la casilla de salida. Netflix ha atiborrado a los espectadores con series y películas hechas con elementos homogéneos y, en su mayoría, mediocres.

Los servicios de vídeo bajo demanda llegaron para cambiar las reglas del juego, pero han acabado por convertirse en el McDonald’s de la industria del entretenimiento.

La próxima vez que le pregunten si quiere seguir viendo esa serie o película mejor piénselo dos veces.

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