Estos días se estrena Han Solo, la serie derivada del personaje de Harrison Ford en Star Wars. ¿A qué punto hemos llegado, que necesitamos tener películas de la adolescencia de nuestros personajes favoritos? ¿Es necesario conocer toda la vida y obra de un personaje como Han Solo?
En mi opinión, es convertir en producto algo que es grande, que tiene personalidad propia. Eso de adorar una saga incondicionalmente, tragándose todo lo que salga de ella sin importar nada, no va conmigo. Rogue One —la primera serie derivada que hizo Disney— me pareció un aburrimiento, una película sin alma, con personajes planos y situaciones ridículas. Sin embargo, y aunque no me guste eso de ser “fan”, Star Wars es un universo que me apasiona, donde creo que hay elementos tan interesantes como poéticos, y que podría dar mucho más de sí, si se dejase de ver como un simple blockbuster.
La primera trilogía de Star Wars cambió la historia del cine en muchos aspectos. A raíz de su comercialización apareció el tan lucrativo merchandising. Pero más allá de ser una saga millonaria, contaba una historia, la historia de una guerra. El problema de Rogue One fue el de enfocarse en la guerra equivocada. La guerra entre los soldados del imperio y la resistencia es una como cualquier otra. Lo que distingue a Star Wars y guía su desarrollo histórico, es la conocida como Fuerza. “Que la fuerza te acompañe”, “la fuerza es poderosa en ti” son frases recurrentes entre los personajes. Pero, ¿qué es la fuerza?

Como lo explica Obi-Wan en el episodio IV: “La Fuerza es lo que le da al Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Nos rodea, nos penetra, y mantiene unida la Galaxia”. A esto añado, que no sólo da poder a los Jedis. La guerra en la que se basa Star Wars es una lucha continua entre dos formas de ver el uso de la fuerza. Los Jedi —o el lado luminoso de la fuerza— abogan por el seguimiento de un estricto código, donde vienen indicadas las directrices que deben acatar como defensores de la paz en la Galaxia. En dicho código hay muchas limitaciones, llegando a prohibir que un Jedi pueda amar, privándole de casi toda pasión humana.
Los Sith optan por un código más libre, donde la premisa es exteriorizar todos los sentimientos pasionales. Sin embargo esta exteriorización acaba por nublar su mente, y los condena al eterno sufrimiento. A esta forma de usar la fuerza se le llama “lado oscuro”. En el episodio V, el maestro Yoda explica el camino que lleva al lado oscuro: “El miedo es el camino hacia el lado oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro”. Hay una escena en el episodio I que representa a la perfección la diferencia de filosofías Jedi y Sith: en la batalla entre Qui-Gon Jinn y Darth Maul, éstos quedan separados momentáneamente por un campo de fuerza. Mientras Qui-Gon, siguiendo el código Jedi, se sienta a meditar, Darth Maul deambula nerviosamente de un lado a otro, como una pantera enjaulada.
Como se puede apreciar, existe una carga filosófica en Star Wars, más allá de las batallas con naves espaciales, que se suele pasar por alto. El simbolismo es también una pieza fundamental de la saga. Star Wars se vendió en su día como un western espacial, y es cierto que comparte muchas características con este género. Pero, hablando de Jedis y Sith, deberíamos fijarnos más en la cultura samurái y en las películas de Akira Kurosawa. Ambos lados de la fuerza utilizan los sables láser como herramienta.
Destaco lo de herramienta porque el poder de un caballero Jedi no reside en su sable láser, sino en su ingenio y control de la fuerza. Cuando un Jedi debe enfrentarse a un oponente, su objetivo nunca es el de matar, sino el de desarmar. Hay muchos desmembramientos en Star Wars, incluso tienen su propia nomenclatura. Sin embargo, el hecho de que se corte una mano no tiene consecuencias a nivel físico en este universo, los brazos y manos pueden ser reemplazados por otros biónicos.
Es más el hecho de haber sido derrotado, el que significa un cambio psicológico para el personaje. Siempre que un caballero Jedi es desarmado, sufre un cambio mental hacia un estado diferente. Es cuando un Jedi mata a su oponente después de ser desarmado cuando el lado oscuro comienza a hacer mella en él. Póngase de ejemplo a Anakin en el episodio III que, después de desarmar a un enemigo poderoso, es tentado por la oscuridad y opta por ejecutarlo. Es a partir de este momento en el que la condena de Anakin está sellada.
He crecido con Star Wars y procuro ver todas las películas cada año. Es algo con lo que llevo conviviendo toda la vida. Dentro del universo extensísimo que se representa en él, hay historias de lo más interesantes. Cada una de las trilogías necesitaría de un artículo independiente para ser analizada, y aún así me quedaría corto. Con todo, y a pesar de las series derivadas, el episodio VIII me ha gustado, y siempre queda la esperanza de que llegue un guionista que sepa darle el peso que se merece esta saga. Sin caer en estupideces comerciales, ni aburrimientos pretenciosos.